En los trabajos iniciales del colombiano Álvaro Barrios, se aprecia su afición por el mundo del cómic (o la historieta), donde personajes de ficción se unen con personajes reales, mostrando al espectador una resignificación de la imagen presentada, la cual nunca está exenta de crítica y humor.
Barrios reproduce pictóricamente la obra escultórica de Jeff Koons “Oso y policía” (1998) de la serie “Banality” y “Poodle” (1991) apropiándose de su deseo por jugar con lo infantil permitiéndose transgredir la realidad.
El collage que procede de sus labores de infancia, es empleado como un tratamiento complejo, tras el cual se movilizan convivencias varias entre el kitsch, el surrealismo, el pop, el conceptualismo, el comic, etc. que muestran a un artista que cuestiona y reflexiona de manera coherente, la naturaleza de la belleza y el arte, la búsqueda de la espiritualidad detrás de la simbología de la imagen que se mueve en el mundo mediático y de la ficción y las contradicciones al que el hombre que vive bajo referentes y propuestas idealizadas, se expone ante la realidad y el consumismo.