El personaje de esta pintura de Beatriz González es un cuerpo muerto que flota sobre el agua. En Colombia, la guerra se da por el territorio, y devuelve a estos cadáveres que son tirados a los ríos y hacen de la muerte un componente inherente al paisaje.
La obra de González, iniciada en los años setenta, alude al gusto popular colombiano, con imágenes que circulan en estampas, postales, afiches, prensa y televisión, y que son consumidas en la práctica religiosa, definen las nociones de arte y la concepción de la historia y los héroes nacionales. Con el recrudecimiento de la violencia en los años ochenta y noventa, su trabajo se centró en la manera como son narrados los hechos trágicos a través de los medios de comunicación.