HUN HOR ADAR. Verónica Luyo y Álvaro Icaza

HUN HOR ADAR. Verónica Luyo y Álvaro Icaza

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Al igual que otros sonidos que podemos emitir por la boca (como toser, rechinar los dientes o pasar saliva), la acción de silbar forma parte del repertorio de nuestro lenguaje paraverbal. Su práctica es diversa, dependiendo de los contextos sociales y culturales donde ocurre. Se silba para llamar a alguien que está lejos o para alertar que se llega a un lugar; se silba para abuchear cuando un futbolista erra un gol y cuando uno se cansa de esperar la salida de un grupo musical al escenario; también se silba para comunicarnos con nuestras mascotas. 

La acción de silbar también puede devenir en práctica artística. Hay quienes han hecho del silbido su instrumento musical. Podemos recordar hitos artísticos como el famoso silbador de la película El bueno, el malo y el feo o los coros de silbidos de películas como El puente sobre el río Kwai o Espejismo. Pero también podemos pensar en el simple acto de silbar como una forma de acompañamiento, de silbadores anónimos que atraviesan calles vacías, silbando alguna melodía. 

A partir de un vasto archivo de grabaciones de silbidos anónimos o conocidos, Verónica Luyo y Álvaro Icaza han creado una composición que fluye entre diversas intensidades y silencios, entre llamadas y respuestas, que por momentos parece emular un sutil ambiente de selva. Como ocurre con muchas músicas habladas, poemas sonoros y ciertas obras vocales contemporáneas, aquí se produce una tensión entre el sonido y el sentido, entre señales que parecen alertarnos de algo y su naturaleza de pura vibración sonora.

La aparición de tecnologías de amplificación ha hecho posible todo un universo de exploraciones en la relación del espacio y el sonido. El empleo de altavoces ha sido fundamental para el desarrollo de la acusmática (la pura percepción auditiva sin visión) y de lo que se conoce como espacialización sonora (la distribución del sonido en un espacio), que ha sido bien aprovechado por la música electroacústica y el arte sonoro. Esta instalación se asocia al concepto de “espacio geométrico”, que la compositora belga Annette Vande Gorne sugiere para describir un espacio acústico en el que “las fuentes de difusión sonora muestran el espacio entendido como una intersección de líneas y planos […] remarcado por la direccionalidad y posición de las fuentes sonoras, así como por sus recorridos sugeridos”. En esta instalación sonora, los silbidos acompañan nuestro camino entre la sala del Museo y sugieren posibles recorridos del lugar en función a la distribución de las fuentes sonoras que vamos descubriendo. Los dibujos que acompañan la instalación, realizados en base a líneas, son planos posibles que producirán otras formas de distribución del sonido. Que formen parte de la instalación agrega un componente de variabilidad, de pieza modular, de ser esta una posibilidad entre varias otras.

 Luis Alvarado

*HUN HOR ADAR fue desarrollado en la primera edición de la residencia para artistas La Fabrique de la Alianza Francesa en 2020.

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