Moico Yaker, reconocido artista peruano cuya estética de sensibilidad barroca exhibe una pintura preocupada por un equilibrio inestable sin concesiones, irrumpe con Conversaciones en el zoológico, una exposición de cerca de 70 obras, entre pinturas de gran, mediano y pequeño formato. El título hace alusión a un género de retrato existente en los siglos XVII y XVIII de la pintura europea. Aquí, en lugar de retratos de grupos humanos en situaciones domésticas —como en las conversation pieces originales—, se plantea una equivalencia peculiar. Así mismo, el artista cita al histórico zoológico del distrito de Barranco, espacio sobre el que existe este museo. Las primeras exposiciones de Yaker en el medio local ocurren en la década de 1980 y ofrecen una alternativa contemporánea al asumir como propios fragmentos de paisaje, narrativa, retrato y otros referentes. La década de 1990 constituye la consolidación de esta visualidad a través de citas, historia e íconos reconocibles. Así mismo, una profusa naturaleza cuya flora y fauna representada porta una tensión permanente entre lo humano y no humano.
La pandemia, en el año 2020, al menos en un primer momento, trajo consigo el retiro de la presencia humana. En las avenidas, calles, plazas y parques, lugares todos vacíos de voces y cuerpos humanos en los que, de pronto, hizo su aparición una naturaleza desnuda. Elefante, gato, camello, pato, mono, garza, jirafa, león, tigre, entre otros. Estas pinturas, portan lo distinto y lo «múltiple» como cuando los peces rodean a algún animal y una pléyade de pequeñas entidades se diseminan, cual enjambre, alrededor de un vórtice. Aquí, lo no humano —lo «Otro»— se activa por zonas, coreografías entre entidades cuya convivencia produce preguntas abiertas a interpretaciones cruzadas. Líneas de fuga que retan a una imaginación que, aunque persistentemente utópica, ahora luce intrigada y llena de incertidumbres.