Eduardo Ramírez Villamizar (Pamplona, Colombia, 1923 – Bogotá, Colombia, 2004) es reconocido como uno de los principales referentes de la abstracción geométrica en Colombia, y fue embajador del arte de su país en el circuito internacional. Al comienzo de su carrera incursionó en la pintura figurativa, cercana al expresionismo y el surrealismo. En concordancia con sus estudios en arquitectura, a partir de los años 50 se adentró en la pintura abstracta, de planos geométricos de color que sintetizan espacios y estructuras, muchas de ellas provenientes del estudio y síntesis de paisajes, plantas y animales.
Su acercamiento a la escultura se dio en los años 60, con piezas totalmente blancas que resaltan el aspecto compositivo del acoplamiento de planos y la limitación de vacíos. En 1983 realizó un viaje a Machu Pichu, que determinó un giro fundamental en la materialidad, los recursos y referencias de todas sus posteriores creaciones. Desde ese entonces dejó de pintar sus esculturas, para presentarlas en láminas de metal oxidado. En varias de estas obras acude al rombo como principio compositivo a partir del cual despliega estructuras que exploran al diálogo entre arquitectura y naturaleza para los Incas. De este desarrollo proviene esta obra titulada Acueducto No. 1, que hace parte de una serie de siete esculturas de la misma serie, que a la vez se suman a un nutrido grupo de piezas que identifican el mundo material precolombino como plazas, terrazas, torres y templos.